Domingo de caprichos, de cumplir antojos.
Voy a la cocina, a cubrir la serie de peticiones que me he encomendado para terminar este fin de semana.
Tomo un poco de agua, para sobrellevar este pensamiento árido y desértico de estar solo en el mundo porque no te tengo a ti.
Como un poco de helado, para que cuando te vea no disipe la cálida emoción que me da mirarte de nuevo.
Me sirvo un café (sin azúcar ni crema), para contrarrestar el residuo dulce de mi boca cuando pronuncio tu nombre.