Puesto de revistas

¿Sabes que nadie sale ileso en esta vida?…

 

¿Es demasiado pedir lo que necesitas?

Y qué tal si pides y nadie te da, nadie te entiende.

Si tu último recurso para pedir es azotar tu cabeza contra el concreto.

Tu lesión es psicológica. ¿Quién te lastimó el pensamiento?

O si tu último recuso es soltar un alarido ahogado en una garganta anárquica que terminará por no decir lo que quieres.

Tu lesión es física. ¿Quién te quitó el control de tu única posesión, tu cuerpo?

 

Pero a veces, de la nada llegan ángeles. Seres de luz que te dan su mano, una sonrisa, un revista.

Seres que vienen a ofrecerte lo que tienen con tal de darte un momento, un alivio.

 

Pensé que yo era tu ser de luz. Venía yo tan brillante a cobijarte, a hacerte un bien.

Pero cuando quise serlo… no pude. Resultó evidente mi discapacidad, esa que me había esforzado tanto en ocultar.

No podía querer sin una razón.

Las razones deciden a quien debo querer y a quien no. Y cuando decidía poder querer, las razones controlan que no debo demostrarlo tanto. La razón dice: Solo debes querer a quien es prudente querer.

Mi lesión es emocional. ¿Quién se llevó mi capacidad de amar sin condiciones ni prejuicios?

 

Y llegaste tú de la nada. Y con tu abrazo y tu atención… con tu mirada, te convertiste en mi ser de luz. Me diste un momento, un alivio.

A ti que te han dado tan poco me diste tanto. Me diste lo que necesitaba sin que yo te lo tuviera que pedir.

Me diste mi revista.

 

¿Sabes que nadie sale ileso en esta vida?

Tú lo sabes. Ahora yo lo sé. Pero mientras yo nunca olvide hacer por los demás lo que tu hiciste por mí, este puede ser aún un buen lugar para vivir.

Quod erat demonstrandum

Las cumbres álgidas de una canción perfecta + el recuerdo de lo que sentí por ti una tarde soleada + un día de dudas y debilidades = Yo escribiendo palabras sin ningún sentido matemático pero con alta connotación melancólica.

 

AsintoPodríamos factorizar el resultado pero... ¿tiene sentido intentar encontrar las raíces de esta ecuación que seguramente ni en el conjunto de los número complejos tiene cabida?

Quizás acaso conviene evaluar la derivada en el punto de inflexión para encontrar la ecuación del justo momento en el que me encontraba en el equilibrio de darte la misma importancia a ti que a mí.

Siempre me gustó la búsqueda de las asíntotas, pero ahora inevitablemente me recuerda la descripción de la trayectoria en el que me dirigía a ti y tuve que torcer abruptamente y nunca alcancé a tocarte.

Me doy cuenta que el punto donde se supone tú y yo deberíamos intersecar es una indeterminación, aún me esfuerzo por negarme a pensar quien entre tú y yo es el cero.

Me aproximo a ti por la izquierda, y pienso que quizás te alcanzaré, mis valores empiezan a tender al infinito. Te esquivo, no soy yo, es nuestra naturaleza, no es una hipótesis, es una teoría comprobada para todos los casos.

Y al pasar y darme cuenta de mi realidad mi valor cae al infinito negativo. Solo continuando mi camino alejándome de ti podré volver a mi centro.

La conclusión de este teorema de la melancolía discreta: No existe solución alguna para nosotros.

Que es lo que se quería demostrar.

Infinito

(No es pecado enamorarse de las cosas bellas de la vida… lo siniestro viene al querer consumar ese amor)


Cierro los ojos… no hay nada adentro. Insondable vacío.


Abro los ojos, respiro… y veo.
Puedo olerlo
disfruto escucharla
quiero probarlo todo
extiendo la mano… toco…
Te siento
Conjugo todos los pronombres con todos mis sentidos. Yo vivo.

¡Hay un mundo allá afuera!


Cierro los ojos… ahora ya hay dentro de mí  un Universo.

Cosecha

 
Anoche sembré semillas de ideas. En la tierra fértil de tu mente germinarán y cuando sea temporada de tu boca saldrán, en forma de palabras, flores y frutos que nutrirán al caminante que se detenga a reposar bajo tu sombra.

Una conjetura puede ser: Nadie sabe para quien trabaja.
Otra lectura puede ser: Nada nos pertenece, ni siquiera las propias ideas.
(El arte no es de quien lo crea, sino de quien lo disfruta.)

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Mi propia interpretación es:
No eres para mí
eres del caminante que pasa
que quizás no entiende de donde vienes
pero sabe que no hay mejor lugar que tus brazos.

Sueño

¿Qué desde cuándo dejé de contarte mis sueños? Creo que fue desde que mi sueños comenzaron a ser, que los sentimientos que tenemos el uno por el otro, fueran recíprocos; que el sentimiento que tengo de creer que esta amistad podría tener un poco más de inquietante pasión que confortante llanura, fuera correspondido igual que tu sentimiento de que lo mejor que resultaba de habernos encontrado en esta vida era darnos cuenta que tendríamos en el otro, por sobre todas las cosas, una amistad sin precedente en la comunión humana.


Hace dos noches soñé, volqué mis deseos y los convertí en hechos que solo lo fueron para mí, por un breve espacio, espacio de tiempo y lugar donde tomaste mi mano sin enfatizar la idea de hermandad vitalicia, más bien con la convicción de enterarme que te llevaría el mismo tiempo que a mí, una vida entera, el comprender como es posible que exista un ser que te complemente en todos sentidos tan profundamente como sucedía entre nosostros. Me llevaste a tus lugares, me dejaste circundar por tus rincones, me mostraste tu intimidad, esa intimidad del alma, sin cuerpo que la cubra, sin cuerpo que la contenga. Te conocí, teniendo el cuidado  de no develar los secretos que solo te corresponden a ti, aquellos que me llevarían la misma vida descubrir por mi propia cuenta.

 
Pero nuestros sentimientos no son recíprocos, desde mi perspectiva actual, no puedo notar que nuestra amistad sea un tesoro de las relaciones humanas, porque aunque lo es, quisiera que fuera eso... y algo más; desde tu perspectiva... bueno, tu no tienes inconvenientes, porque tu no te enteras, no lo deseas o no lo quiero;

 
¿Entiendes porque he dejado de contarte mis sueños?... Yo no.

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Quizás

 

No es que me agrades.

Es solo que las fotografías que te tomo son muy buenas.
Es solo que me gusta como luce tu mirada detrás de esos lentes que te quedan muy bien.
Es solo que me gusta el vuelo de tu cabello cuando haces cosas triviales.
Es solo que tu nombre es bonito y me gusta pronunciarlo en voz alta.

 

 

No es que me agrades, ni que te quiera.

Es solo que disfruto la confianza que me haces sentir cuando hablamos.
Es solo que me gusta las cosas que haces y tu humor cuando te levantas temprano los domingos.
Es solo que siempre hay muchas cosas de las que quiero platicarte porque tu eres la persona adecuada para ello.

 

 

No es que me agrades, ni que te quiera, ni que te ame.

Es solo que la serenidad que tienes al dormir me inspira.
Es solo que me conmueve tu manera de entregarte a tu arte.
Es solo que a mí también me hacen llorar las cosas que te hacen llorar, y reír las que te hacen reír.
Es solo que tu manera de dar y recibir amor de tus seres amados me hace sentir que la humanidad tiene esperanza.

 

 

No es que me agrades, ni que te quiera, ni que te ame...

o...

quizás sí.

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Soledades compartidas

A veces pienso en nosotros, las personas, como estrellas.

Astros; millones de ellos dispersos en un Universo infinito. Con espacios abismales que nos separan y sin la menor capacidad de salir de nuestras orbitas y aproximarnos.

Cuerpos celestes con solo una precaria manera de interactuar: destellando. Radiando lo que somos esperando que alguien en medio de la oscuridad nos vea, nos distinga.

Y así, siendo tú y yo estrellas tan lejanas, inalcanzables la una a la otra por nuestra incapacidad de acercarnos mutuamente, y con esta única manera de saber de ti, de entenderte, de sentirte, de saber que existes, tengo solo una petición que hacerte:

Tócame con tu luz.

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Viaje a la Ciudad de México

Platicando con aquella sorprendente mujer a la que le robé un beso tan inocente como solo puede serlo cuando no se espera ninguna reciprocidad, recordé lo intenso que fue vivir esa semana junto a ella. Cuánto crecí, cuanto aprendí, cuánto sentí. Ella tenía 22 y yo 20, ella vivía en California y yo en la ciudad de México, ella estaba por comerse al mundo y yo… bueno, yo entendí que la libertad se lleva dentro y que solo en la libertad nacen las cosas que pueden llamarse realmente auténticas en el corazón y en la mente.

Ahora, casi 9 años después, ella me escribe desde Argentina, lugar dónde la ha llevado su búsqueda y me hace reflexionar en los “y si hubiera” que siempre son inevitables de pensar. Y como es natural yo no tengo ninguna conclusión a esas reflexiones. Solo tengo la esperanza de que los futuros caminos nos pongan de nuevo en el mismo lugar, solo tengo ilusión de que si esos caminos nos ponen nuevamente juntos, nuevas cosas aprenderé a su lado.

Hace 9 años, este fue el comienzo de nuestra historia:

Tenía 20 años de vivir en la Ciudad de México cuando llegó a mi la oportunidad de viajar a uno de los lugares más sorprendentes que haya yo conocido. Ese día comenzó con la incertidumbre tan humana hacia el futuro, la expectativa de ver acercarse propios anhelos, la certeza de que al llegar esa noche no volvería a mirar hacia atrás de la misma manera. La cita estaba hecha y establecido el horario, llegué a la Central de Autobuses Foráneos del Norte de la Ciudad de México, los destinos de las diferentes líneas de autobuses, tan variados, sugerían destinos de naturaleza azarosa e impredecible en la vida de aquel que dispusiera de los servicios. Pero yo buscaba la puerta 4, esa era mi puerta, por ahí cruzaría mi futuro cercano; tras un par de interrogativas de parte de mis ojos hacia los letreros serviciales del lugar, localicé mi objetivo. Me paré frente al gran número que me indicaba gustoso que el lugar era el correcto, y para hacer doble mi satisfacción busqué la aprobación de mi reloj, este último estaba en desacuerdo, y a pesar de que conciliar ambas aprobaciones solo consistía esperar los 30 minutos que había llegado antes, no dejó de producirme el disgusto proveniente de tener que convivir con mi impaciencia la siguiente media hora de mi vida. Decidí pasar al baño, me mojé la cara y me encontré frente a mí en el espejo, por un momento me dio la sensación de estar viviendo la vida de alguien más; tras secármelas, por puro ocio, mis manos fueron a dar al encendedor que traía conmigo, y surgió la tentación fumar un cigarro que disipara mis nervios, nuevamente me alcanzó la idea de vivir la vida de alguien mas ya que la única vez que he fumado en mi vida fue un puro Cubano y fue por el puro placer de conmemorar el haberlo traído personalmente de su lugar de origen. Salí de aquella escena del crimen, donde con toda alevosía y ventaja, había asesinado cuantos minutos de mí vida me fue posible, y fui a buscar nuevamente el número que aprobaba mi lugar correcto; al pararme ahí lo que me restó solo fue esperar. Cinco minutos antes de la hora pactada llegó uno de mis compañeros de viaje, el cual aún me era un desconocido ya que aunque había tenido pláticas con él a través del éter del ciberespacio, solamente lo había visto una vez y aunque en aquella ocasión platicamos un largo rato acerca de nuestras expectativas futuras, los cimientos de una confianza plena estaban aún lejos de plantarse. Sin embargo la naturaleza humana es compleja y el espontáneo sentimiento de solidaridad nacido de compartir un evento tan trascendente hizo más cálida nuestra efímera convivencia.
Al fin mi reloj se condescendió de mí y me indicó que la hora acordada había llegado y esperanzado alcé mi cabeza y busqué el autobús indicado, pero al parecer aunque mis únicas referencias me indicaban que estaba en el lugar y momento justo, parecía que mi destino se divertía viéndome intentar entender la incongruencia de la situación, ¿sería acaso que me esperaba un descalabro emocional de la talla de mi ilusión acumulada hasta ese momento? Pero tan sencillo es que el destino permita que sucedan descalabros emocionales por doquier en todo momento, como sencillo es que no lo permita, y que brinde la oportunidad de sentir emociones tan intensas como la que viví cuando vi arribar el camión y vi descender a mi compañera de este viaje que iba a comenzar, un viaje a mi natal Ciudad de México, ciudad en la que había vivido por 20 años y que iba a ver como nunca la había visto a través de sus ojos, de sus bellos y profundos ojos.

Vittoria, mio core

Anoche, en ese salón repleto de personas y sus barullos, estábamos solamente… el músico en el escenario, su instrumento y yo.

No existía nada más.

Hubo una comunicación íntima. Cada músico que subió al escenario me contó su historia; de un extremo al otro de la habitación me susurró al oído. Y yo lo escuché todo.

Me hablaron acerca de amor y odio, me hablaron acerca de miedo y esperanza, me hablaron acerca de crecer y morir.

Y al mismo tiempo que el músico hacía vibrar su instrumento musical reproduciendo notas imaginadas en otro tiempo y en otro lugar… al mismo tiempo hacía vibrar su instrumento emocional (yo) y me hacía reproducir sentimientos nacidos en otro espacio y en otro momento.

Y al final, cuando todos los temas parecían haber sido agotados ya, se presentó “K”, y haciendo vibrar su instrumento musical me hizo reproducir sentimientos tan intensos como auténticos: ORGULLO y GRATITUD.

Orgullo de poder decir: “ese gran ser humano que está ahí, haciendo vibrar a todo un salón repleto de personas callando con su talento sus barullos… es mi amiga”.

Y gratitud al poder saber, que así como “K” lo consigue con su propio talento, todas y todos mis amigas y amigos con sus talentos propios, al compartir sus vidas conmigo, me hacen también como ellos… un mejor ser humano.

 

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Desempleado

Oficialmente estoy retirado del negocio. Retirado de la labor de ganarme su corazón.

No tengo pensión, mi futuro es más incierto que nunca.

Dependo solo de mis ahorros, los cuales ascienden a nada… porque todo lo di.

Por eso, amig@, vengo contigo a mendigarte. Una palabra de aliento, una palmada en la espalda, un consuelo, un consejo. Un pedazo de corazón duro que te sobre y un poco de agua para tragarlo.

Dame un abrazo o dame un tiro; lo que tengas a la mano para recuperar la dignidad, dejar de lado tanto pensamiento cursi y comenzar orgullosamente mi retiro.

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Culpable

Imagínate que llegas tarde a tu cama, vienes de estar en los brazos de alguien, tu almohada loca de celos, te espera en la oscuridad...cama
Está recargada en la cabecera, te mira fijamente (o piensas que te mira), quizás fumando un cigarro (o crees que lo fuma) y está lista para asaltarte con miles de preguntas: ¿Con quién has estado?… ¿por qué fuiste a abrazar a alguien más?… ¿¿ya no me necesitas?? ¿¿al fin has dejado de estar sol@??.

Todas las preguntas son retóricas, porque en realidad no espera una respuesta, solo quiere hacerte saber que esa noche no dormirás con ella, ya no dormirás con la almohada que te acompañó en tus noches de soledad.