Anoche, en ese salón repleto de personas y sus barullos, estábamos solamente… el músico en el escenario, su instrumento y yo.
No existía nada más.
Hubo una comunicación íntima. Cada músico que subió al escenario me contó su historia; de un extremo al otro de la habitación me susurró al oído. Y yo lo escuché todo.
Me hablaron acerca de amor y odio, me hablaron acerca de miedo y esperanza, me hablaron acerca de crecer y morir.
Y al mismo tiempo que el músico hacía vibrar su instrumento musical reproduciendo notas imaginadas en otro tiempo y en otro lugar… al mismo tiempo hacía vibrar su instrumento emocional (yo) y me hacía reproducir sentimientos nacidos en otro espacio y en otro momento.
Y al final, cuando todos los temas parecían haber sido agotados ya, se presentó “K”, y haciendo vibrar su instrumento musical me hizo reproducir sentimientos tan intensos como auténticos: ORGULLO y GRATITUD.
Orgullo de poder decir: “ese gran ser humano que está ahí, haciendo vibrar a todo un salón repleto de personas callando con su talento sus barullos… es mi amiga”.
Y gratitud al poder saber, que así como “K” lo consigue con su propio talento, todas y todos mis amigas y amigos con sus talentos propios, al compartir sus vidas conmigo, me hacen también como ellos… un mejor ser humano.
2 empatías generadas:
Orales!!!
Que buena onda, tu expresión es genial, me gusta!
simplemente sugoi desu
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