Lehioaren barruan

 

Acostumbrado a navegar por las profundidades de los abismos, te enseñas a tripular submarinos.

No habiendo borda por la cual saltar, entiendes que te quedarás hasta que la nave se hunda te guste o no.

No habiendo ventanas por las cuales mirar, perfeccionas el arte de escuchar.

 

Navegas de oído.

 

Cierras los ojos, pulsas tu sonar... y esperas respuesta.

¿A quién se le ocurrió usar un corazón como sonar?

Cierras los ojos, pones aquella canción que siempre te acompaña en el abismo... y esperas contacto.

Pero la respuesta nunca llega. Y comprendes que como siempre, la fiel compañera de viaje, es tu soledad.

Noiz agertuko zara.

 

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